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La Farmacia Bonanova, ubicada en el número 6 de la Plaza Bonanova en el barrio de San Gervasio y considerada como una de las tiendas más antiguas, ha sido espectadora de excepción de la evolución de la vida e historia de este barrio.

Fue adquirida por Lluís Boada en el año 1922. En aquel momento la tienda ya funcionaba como farmacia, por lo que no sería atrevido pensar que hoy en día este establecimiento ya es centenario (no se ha podido comprobar del todo, ya que los archivos del Colegio de Farmacéuticos de Barcelona se quemaron durante la guerra). En aquellos años la farmacia estaba situada en el número 5, casi en medio de la plaza. La primera etapa escrita en el "copiador de recetas" de la farmacia, con fecha 25 de septiembre de 1922, tenía un precio de 0,75 pesetas. Hoy en día aún se utilizan muchas de las recetas incluidas en este libro-recetario. Un buen ejemplo es el "Cocimiento de Llanten con Rodomiel", receta muy efectiva a la hora de hacer gárgaras para desinfectar la garganta.

El Sr. Boada fue víctima de la Guerra Civil como muchos otros vecinos de la plaza, mientras que la farmacia fue "colectivizada" y expropiada. Una vez acabada la guerra, el gobierno devolvió el establecimiento a la familia. Con mucho empeño y voluntad, la Sra. Boada volvió a poner en marcha el negocio de su marido, muerto durante la guerra. Buscó un regente, el farmacéutico Buenaventura Ferrer Sicars, un hombre con un talante y voluntad de servicio tan grande, que actualmente muchos vecinos del barrio se acuerdan de él.

El Sr. Ferrer con los años se casó con la Sra. Boada, y se ocupó de la farmacia con total dedicación. La farmacia recuperó rápidamente el carisma que había tenido años antes de la guerra. La gente no iba simplemente a comprar un medicamento, sino también a buscar la opinión del farmacéutico. Esta práctica ha llegado hasta nuestros días; y es que es difícil salir de la Farmacia Bonanova sin un buen consejo!

En el año 1959 el Ayuntamiento de Barcelona expropió los terrenos donde estaba situada la farmacia, y ésta fue trasladada a la su actual ubicación. Pocos años después, en el año 1963, murió el Sr. Ferrer y la farmacia pasó a regentarla Joaquim Sabater Cid, hasta que la esposa de Lluís Boada (hijo), Mª Pilar Soler, acabó los estudios de farmacia y se hizo cargo, mientras que su marido continuó, como desde hacía tiempo, con la administración del negocio.

Después de tantos años de idas y venidas, la Farmacia Bonanova ha vuelto a la familia Boada, que tiene asegurada la regencia por un buen puñado de años. Las dos hijas del matrimonio Boada-Soler, Cristina y Betty, también son farmacéuticas, y los hijos e hijas de éstas hacen sospechar que la estirpe de farmacéuticos de la familia Boada será bien larga.